Salmo del Día
Un Salmo bíblico diario para inspirar y mejorar tu día.
Salmo de Hoy
Dichosos los que van por caminos perfectos, los que andan conforme a la ley del Señor.
Dichosos los que guardan sus estatutos y de todo corazón lo buscan.
Jamás hacen nada malo, sino que siguen los caminos de Dios.
Tú has establecido tus preceptos, para que se cumplan fielmente.
¡Cuánto deseo afirmar mis caminos para cumplir tus decretos!
No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos.
Te alabaré con integridad de corazón, cuando aprenda tus justos juicios.
Tus decretos cumpliré; no me abandones del todo.
¿Cómo puede el joven llevar una vida íntegra? Viviendo conforme a tu palabra.
Yo te busco con todo el corazón; no dejes que me desvíe de tus mandamientos.
En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti.
¡Bendito seas, Señor ! ¡Enséñame tus decretos!
Con mis labios he proclamado todos los juicios que has emitido.
Me regocijo en el camino de tus estatutos más que en todas las riquezas.
En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas.
En tus decretos hallo mi deleite, y jamás olvidaré tu palabra.
Trata con bondad a este siervo tuyo; así viviré y obedeceré tu palabra.
Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley.
En esta tierra soy un extranjero; no escondas de mí tus mandamientos.
A toda hora siento un nudo en la garganta por el deseo de conocer tus juicios.
Tú reprendes a los insolentes; ¡malditos los que se apartan de tus mandamientos!
Aleja de mí el menosprecio y el desdén, pues yo cumplo tus estatutos.
Aun los poderosos se confabulan contra mí, pero este siervo tuyo medita en tus decretos.
Tus estatutos son mi deleite; son también mis consejeros.
Postrado estoy en el polvo; dame vida conforme a tu palabra.
Tú me respondiste cuando te hablé de mis caminos. ¡Enséñame tus decretos!
Hazme entender el camino de tus preceptos, y meditaré en tus maravillas.
De angustia se me derrite el alma: susténtame conforme a tu palabra.
Mantenme alejado de caminos torcidos; concédeme las bondades de tu ley.
He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios.
Yo, Señor , me apego a tus estatutos; no me hagas pasar vergüenza.
Corro por el camino de tus mandamientos, porque has ampliado mi modo de pensar.
Enséñame, Señor , a seguir tus decretos, y los cumpliré hasta el fin.
Dame entendimiento para seguir tu ley, y la cumpliré de todo corazón.
Dirígeme por la senda de tus mandamientos, porque en ella encuentro mi solaz.
Inclina mi corazón hacia tus estatutos y no hacia las ganancias desmedidas.
Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra.
Confirma tu promesa a este siervo, como lo has hecho con los que te temen.
Líbrame del oprobio que me aterra, porque tus juicios son buenos.
¡Yo amo tus preceptos! ¡Dame vida conforme a tu justicia!
Envíame, Señor , tu gran amor y tu salvación, conforme a tu promesa.
Así responderé a quien me desprecie, porque yo confío en tu palabra.
No me quites de la boca la palabra de verdad, pues en tus juicios he puesto mi esperanza.
Por toda la eternidad obedeceré fielmente tu ley.
Viviré con toda libertad, porque he buscado tus preceptos.
Hablaré de tus estatutos a los reyes y no seré avergonzado,
pues amo tus mandamientos, y en ellos me regocijo.
Yo amo tus mandamientos, y hacia ellos elevo mis manos; ¡quiero meditar en tus decretos!
Acuérdate de la palabra que diste a este siervo tuyo, palabra con la que me infundiste esperanza.
Este es mi consuelo en medio del dolor: que tu promesa me da vida.
Los insolentes me ofenden hasta el colmo, pero yo no me aparto de tu ley.
Me acuerdo, Señor , de tus juicios de antaño, y encuentro consuelo en ellos.
Me llenan de indignación los impíos, que han abandonado tu ley.
Tus decretos han sido mis cánticos en el lugar de mi destierro.
Señor , por la noche evoco tu nombre; ¡quiero cumplir tu ley!
Lo que a mí me corresponde es obedecer tus preceptos.
¡Mi herencia eres tú, Señor ! Prometo obedecer tus palabras.
De todo corazón busco tu rostro; compadécete de mí conforme a tu promesa.
Me he puesto a pensar en mis caminos, y he orientado mis pasos hacia tus estatutos.
Me doy prisa, no tardo nada para cumplir tus mandamientos.
Aunque los lazos de los impíos me aprisionan, yo no me olvido de tu ley.
A medianoche me levanto a darte gracias por tus rectos juicios.
Soy amigo de todos los que te honran, de todos los que observan tus preceptos.
Enséñame, Señor , tus decretos; ¡la tierra está llena de tu gran amor!
Tú, Señor , tratas bien a tu siervo, conforme a tu palabra.
Impárteme conocimiento y buen juicio, pues yo creo en tus mandamientos.
Antes de sufrir anduve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra.
Tú eres bueno, y haces el bien; enséñame tus decretos.
Aunque los insolentes me difaman, yo cumplo tus preceptos con todo el corazón.
El corazón de ellos es torpe e insensible, pero yo me regocijo en tu ley.
Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos.
Para mí es más valiosa tu enseñanza que millares de monedas de oro y plata.
Con tus manos me creaste, me diste forma. Dame entendimiento para aprender tus mandamientos.
Los que te honran se regocijan al verme, porque he puesto mi esperanza en tu palabra.
Señor , yo sé que tus juicios son justos, y que con justa razón me afliges.
Que sea tu gran amor mi consuelo, conforme a la promesa que hiciste a tu siervo.
Que venga tu compasión a darme vida, porque en tu ley me regocijo.
Sean avergonzados los insolentes que sin motivo me maltratan; yo, por mi parte, meditaré en tus preceptos.
Que se reconcilien conmigo los que te temen, los que conocen tus estatutos.
Sea mi corazón íntegro hacia tus decretos, para que yo no sea avergonzado.
Esperando tu salvación se me va la vida. En tu palabra he puesto mi esperanza.
Mis ojos se consumen esperando tu promesa, y digo: «¿Cuándo vendrás a consolarme?»
Parezco un odre ennegrecido por el humo, pero no me olvido de tus decretos.
¿Cuánto más vivirá este siervo tuyo? ¿Cuándo juzgarás a mis perseguidores?
Me han cavado trampas los insolentes, los que no viven conforme a tu ley.
Todos tus mandamientos son fidedignos; ¡ayúdame!, pues falsos son mis perseguidores.
Por poco me borran de la tierra, pero yo no abandono tus preceptos.
Por tu gran amor, dame vida y cumpliré tus estatutos.
Tu palabra, Señor , es eterna, y está firme en los cielos.
Tu fidelidad permanece para siempre; estableciste la tierra, y quedó firme.
Todo subsiste hoy, conforme a tus decretos, porque todo está a tu servicio.
Si tu ley no fuera mi regocijo, la aflicción habría acabado conmigo.
Jamás me olvidaré de tus preceptos, pues con ellos me has dado vida.
¡Sálvame, pues te pertenezco y escudriño tus preceptos!
Los impíos me acechan para destruirme, pero yo me esfuerzo por entender tus estatutos.
He visto que aun la perfección tiene sus límites; ¡solo tus mandamientos son infinitos!
¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella.
Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos porque me pertenecen para siempre.
Tengo más discernimiento que todos mis maestros porque medito en tus estatutos.
Tengo más entendimiento que los ancianos porque obedezco tus preceptos.
Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra.
No me desvío de tus juicios porque tú mismo me instruyes.
¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! ¡Son más dulces que la miel a mi boca!
De tus preceptos adquiero entendimiento; por eso aborrezco toda senda de mentira.
Tu palabra es una lámpara a mis pies; es una luz en mi sendero.
Hice un juramento, y lo he confirmado: que acataré tus rectos juicios.
Señor , es mucho lo que he sufrido; dame vida conforme a tu palabra.
Señor , acepta la ofrenda que brota de mis labios; enséñame tus juicios.
Mi vida pende de un hilo, pero no me olvido de tu ley.
Los impíos me han tendido una trampa, pero no me aparto de tus preceptos.
Tus estatutos son mi herencia permanente; son el regocijo de mi corazón.
Inclino mi corazón a cumplir tus decretos para siempre y hasta el fin.
Aborrezco a los hipócritas, pero amo tu ley.
Tú eres mi escondite y mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza.
¡Malhechores, apártense de mí, que quiero cumplir los mandamientos de mi Dios!
Sostenme conforme a tu promesa, y viviré; no defraudes mis esperanzas.
Defiéndeme, y estaré a salvo; siempre optaré por tus decretos.
Tú rechazas a los que se desvían de tus decretos, porque solo maquinan falsedades.
Tú desechas como escoria a los impíos de la tierra; por eso amo tus estatutos.
Mi cuerpo se estremece por el temor que me inspiras; siento reverencia por tus leyes.
Yo practico la justicia y el derecho; no me dejes en manos de mis opresores.
Garantiza el bienestar de tu siervo; que no me opriman los arrogantes.
Mis ojos se consumen esperando tu salvación, esperando que se cumpla tu justicia.
Trata a tu siervo conforme a tu gran amor; enséñame tus decretos.
Tu siervo soy: dame entendimiento y llegaré a conocer tus estatutos.
Señor , ya es tiempo de que actúes, pues tu ley está siendo quebrantada.
Sobre todas las cosas amo tus mandamientos, más que el oro, más que el oro refinado.
Por eso tomo en cuenta todos tus preceptos y aborrezco toda senda falsa.
Tus estatutos son maravillosos; por eso los obedezco.
La exposición de tus palabras nos da luz, y da entendimiento al sencillo.
Jadeante abro la boca porque ansío tus mandamientos.
Vuélvete a mí, y tenme compasión como haces siempre con los que aman tu nombre.
Guía mis pasos conforme a tu promesa; no dejes que me domine la iniquidad.
Líbrame de la opresión humana, pues quiero obedecer tus preceptos.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo; enséñame tus decretos.
Ríos de lágrimas brotan de mis ojos, porque tu ley no se obedece.
Señor , tú eres justo, y tus juicios son rectos.
Justos son los estatutos que has ordenado, y muy dignos de confianza.
Mi celo me consume, porque mis adversarios pasan por alto tus palabras.
Tus promesas han superado muchas pruebas, por eso tu siervo las ama.
Insignificante y menospreciable como soy, no me olvido de tus preceptos.
Tu justicia es siempre justa; tu ley es la verdad.
He caído en la angustia y la aflicción, pero tus mandamientos son mi regocijo.
Tus estatutos son siempre justos; dame entendimiento para poder vivir.
Con todo el corazón clamo a ti, Señor ; respóndeme, y obedeceré tus decretos.
A ti clamo: «¡Sálvame!» Quiero cumplir tus estatutos.
Muy de mañana me levanto a pedir ayuda; en tus palabras he puesto mi esperanza.
En toda la noche no pego los ojos, para meditar en tu promesa.
Conforme a tu gran amor, escucha mi voz; conforme a tus juicios, Señor , dame vida.
Ya se acercan mis crueles perseguidores, pero andan muy lejos de tu ley.
Tú, Señor , también estás cerca, y todos tus mandamientos son verdad.
Desde hace mucho conozco tus estatutos, los cuales estableciste para siempre.
Considera mi aflicción, y líbrame, pues no me he olvidado de tu ley.
Defiende mi causa, rescátame; dame vida conforme a tu promesa.
La salvación está lejos de los impíos, porque ellos no buscan tus decretos.
Grande es, Señor , tu compasión; dame vida conforme a tus juicios.
Muchos son mis adversarios y mis perseguidores, pero yo no me aparto de tus estatutos.
Miro a esos renegados y me dan náuseas, porque no cumplen tus palabras.
Mira, Señor , cuánto amo tus preceptos; conforme a tu gran amor, dame vida.
La suma de tus palabras es la verdad; tus rectos juicios permanecen para siempre.
Gente poderosa me persigue sin motivo, pero mi corazón se asombra ante tu palabra.
Yo me regocijo en tu promesa como quien halla un gran botín.
Aborrezco y repudio la falsedad, pero amo tu ley.
Siete veces al día te alabo por tus rectos juicios.
Los que aman tu ley disfrutan de gran bienestar, y nada los hace tropezar.
Yo, Señor , espero tu salvación y practico tus mandamientos.
Con todo mi ser cumplo tus estatutos. ¡Cuánto los amo!
Obedezco tus preceptos y tus estatutos, porque conoces todos mis caminos.
Que llegue mi clamor a tu presencia; dame entendimiento, Señor , conforme a tu palabra.
Que llegue a tu presencia mi súplica; líbrame, conforme a tu promesa.
Que rebosen mis labios de alabanza, porque tú me enseñas tus decretos.
Que entone mi lengua un cántico a tu palabra, pues todos tus mandamientos son justos.
Que acuda tu mano en mi ayuda, porque he escogido tus preceptos.
Yo, Señor , ansío tu salvación. Tu ley es mi regocijo.
Déjame vivir para alabarte; que vengan tus juicios a ayudarme.
Cual oveja perdida me he extraviado; ven en busca de tu siervo, porque no he olvidado tus mandamientos.
Salmo de Ayer
Oh Señor , por siempre cantaré la grandeza de tu amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad.
Declararé que tu amor permanece firme para siempre, que has afirmado en el cielo tu fidelidad.
Dijiste: «He hecho un pacto con mi escogido; le he jurado a David mi siervo:
“Estableceré tu dinastía para siempre, y afirmaré tu trono por todas las generaciones”». Selah
Los cielos, Señor , celebran tus maravillas, y tu fidelidad la asamblea de los santos.
¿Quién en los cielos es comparable al Señor ? ¿Quién como él entre los seres celestiales?
Dios es muy temido en la asamblea de los santos; grande y portentoso sobre cuantos lo rodean.
¿Quién como tú, Señor Dios Todopoderoso, rodeado de poder y de fidelidad?
Tú gobiernas sobre el mar embravecido; tú apaciguas sus encrespadas olas.
Aplastaste a Rahab como a un cadáver; con tu brazo poderoso dispersaste a tus enemigos.
Tuyo es el cielo, y tuya la tierra; tú fundaste el mundo y todo lo que contiene.
Por ti fueron creados el norte y el sur; el Tabor y el Hermón cantan alegres a tu nombre.
Tu brazo es capaz de grandes proezas; fuerte es tu mano, exaltada tu diestra.
La justicia y el derecho son el fundamento de tu trono, y tus heraldos, el amor y la verdad.
Dichosos los que saben aclamarte, Señor , y caminan a la luz de tu presencia;
los que todo el día se alegran en tu nombre y se regocijan en tu justicia.
Porque tú eres su gloria y su poder; por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza.
Tú, Señor , eres nuestro escudo; tú, Santo de Israel, eres nuestro rey.
Una vez hablaste en una visión, y le dijiste a tu pueblo fiel: «Le he brindado mi ayuda a un valiente; al mejor hombre del pueblo lo he exaltado.
He encontrado a David, mi siervo, y lo he ungido con mi aceite santo.
Mi mano siempre lo sostendrá; mi brazo lo fortalecerá.
Ningún enemigo lo someterá a tributo; ningún inicuo lo oprimirá.
Aplastaré a quienes se le enfrenten y derribaré a quienes lo aborrezcan.
La fidelidad de mi amor lo acompañará, y por mi nombre será exaltada su fuerza.
Le daré poder sobre el mar y dominio sobre los ríos.
Él me dirá: “Tú eres mi Padre, mi Dios, la roca de mi salvación”.
Yo le daré los derechos de primogenitura, la primacía sobre los reyes de la tierra.
Mi amor por él será siempre constante, y mi pacto con él se mantendrá fiel.
Afirmaré su dinastía y su trono para siempre, mientras el cielo exista.
»Pero, si sus hijos se apartan de mi ley y no viven según mis decretos,
si violan mis estatutos y no observan mis mandamientos,
con vara castigaré sus transgresiones y con azotes su iniquidad.
Con todo, jamás le negaré mi amor, ni mi fidelidad le faltará.
No violaré mi pacto ni me retractaré de mis palabras.
Una sola vez he jurado por mi santidad, y no voy a mentirle a David:
Su descendencia vivirá por siempre; su trono durará como el sol en mi presencia.
Como la luna, fiel testigo en el cielo, será establecido para siempre». Selah
Pero tú has desechado, has rechazado a tu ungido; te has enfurecido contra él en gran manera.
Has revocado el pacto con tu siervo; has arrastrado por los suelos su corona.
Has derribado todas sus murallas y dejado en ruinas sus fortalezas.
Todos los que pasan lo saquean; ¡es motivo de burla para sus vecinos!
Has exaltado el poder de sus adversarios y llenado de gozo a sus enemigos.
Le has quitado el filo a su espada, y no lo has apoyado en la batalla.
Has puesto fin a su esplendor al derribar por tierra su trono.
Has acortado los días de su juventud; lo has cubierto con un manto de vergüenza. Selah
¿Hasta cuándo, Señor , te seguirás escondiendo? ¿Va a arder tu ira para siempre, como el fuego?
¡Recuerda cuán efímera es mi vida! Al fin y al cabo, ¿para qué creaste a los mortales?
¿Quién hay que viva y no muera jamás, o que pueda escapar del poder del sepulcro? Selah
¿Dónde está, Señor, tu amor de antaño, que en tu fidelidad juraste a David?
Recuerda, Señor, que se burlan de tus siervos; que llevo en mi pecho los insultos de muchos pueblos.
Tus enemigos, Señor , nos ultrajan; a cada paso ofenden a tu ungido.
¡Bendito sea el Señor por siempre! Amén y amén.
Salmo de Anteayer
¡Cuánto te amo, Señor , fuerza mía!
El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!
Invoco al Señor , que es digno de alabanza, y quedo a salvo de mis enemigos.
Los lazos de la muerte me envolvieron; los torrentes destructores me abrumaron.
Me enredaron los lazos del sepulcro, y me encontré ante las trampas de la muerte.
En mi angustia invoqué al Señor ; clamé a mi Dios, y él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos!
La tierra tembló, se estremeció; se sacudieron los cimientos de los montes; ¡retemblaron a causa de su enojo!
Por la nariz echaba humo, por la boca, fuego consumidor; ¡lanzaba carbones encendidos!
Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones.
Montando sobre un querubín, surcó los cielos y se remontó sobre las alas del viento.
Hizo de las tinieblas su escondite, de los oscuros y cargados nubarrones un pabellón que lo rodeaba.
De su radiante presencia brotaron nubes, granizos y carbones encendidos.
En el cielo, entre granizos y carbones encendidos, se oyó el trueno del Señor , resonó la voz del Altísimo.
Lanzó sus flechas, sus grandes centellas; dispersó a mis enemigos y los puso en fuga.
A causa de tu reprensión, oh Señor , y por el resoplido de tu enojo, las cuencas del mar quedaron a la vista; ¡al descubierto quedaron los cimientos de la tierra!
Extendiendo su mano desde lo alto, tomó la mía y me sacó del mar profundo.
Me libró de mi enemigo poderoso, y de aquellos que me odiaban y eran más fuertes que yo.
En el día de mi desgracia me salieron al encuentro, pero mi apoyo fue el Señor.
Me sacó a un amplio espacio; me libró porque se agradó de mí.
El Señor me ha pagado conforme a mi justicia; me ha premiado conforme a la limpieza de mis manos,
pues he andado en los caminos del Señor ; no he cometido mal alguno ni me he apartado de mi Dios.
Presentes tengo todas sus sentencias; no me he alejado de sus decretos.
He sido íntegro con él y me he abstenido de pecar.
El Señor me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a la limpieza de mis manos.
Tú eres fiel con quien es fiel, e irreprochable con quien es irreprochable;
sincero eres con quien es sincero, pero sagaz con el que es tramposo.
Tú das la victoria a los humildes, pero humillas a los altaneros.
Tú, Señor , mantienes mi lámpara encendida; tú, Dios mío, iluminas mis tinieblas.
Con tu apoyo me lanzaré contra un ejército; contigo, Dios mío, podré asaltar murallas.
El camino de Dios es perfecto; la palabra del Señor es intachable. Escudo es Dios a los que en él se refugian.
¿Quién es Dios, si no el Señor ? ¿Quién es la roca, si no nuestro Dios?
Es él quien me arma de valor y endereza mi camino;
da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas;
adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar arcos de bronce.
Tú me cubres con el escudo de tu salvación, y con tu diestra me sostienes; tu bondad me ha hecho prosperar.
Me has despejado el camino, así que mis tobillos no flaquean.
Perseguí a mis enemigos, les di alcance, y no retrocedí hasta verlos aniquilados.
Los aplasté. Ya no pudieron levantarse. ¡Cayeron debajo de mis pies!
Tú me armaste de valor para el combate; bajo mi planta sometiste a los rebeldes.
Hiciste retroceder a mis enemigos, y así exterminé a los que me odiaban.
Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió.
Los desmenucé. Parecían polvo disperso por el viento. ¡Los pisoteé como al lodo de las calles!
Me has librado de una turba amotinada; me has puesto por encima de los paganos; me sirve gente que yo no conocía.
Apenas me oyen, me obedecen; son extranjeros, y me rinden homenaje.
¡Esos extraños se descorazonan, y temblando salen de sus refugios!
¡El Señor vive! ¡Alabada sea mi roca! ¡Exaltado sea Dios mi Salvador!
Él es el Dios que me vindica, el que pone los pueblos a mis pies.
Tú me libras del furor de mis enemigos, me exaltas por encima de mis adversarios, me salvas de los hombres violentos.
Por eso, Señor , te alabo entre las naciones y canto salmos a tu nombre.
El Señor da grandes victorias a su rey; a su ungido David y a sus descendientes les muestra por siempre su gran amor.